¿Qué es el Psicotrading?

El concepto del psicotrading lo asociamos a la gestión de nuestro dominio emocional en lo tocante al mundo de las inversiones.

Por fortuna para el ser humano, y el inversor lo es, nuestras emociones van por libre, no nos piden permiso para aparecer. Estas tienen un carácter adaptativo y, por tanto, nos permiten actuar en situaciones extremas, de forma que podemos sortear situaciones de riesgo, que en muchas ocasiones nos pueden salvar la vida, de ahí su carácter adaptativo.

¿Cómo aparecen? Estas necesitan de la presencia de un estímulo emocionalmente competente tal y como lo describe el famoso neurocientífico portugués Antonio Damasio en su obra “En busca de Spinoza”.

Son estímulos sensoriales que cuando aparecen, producen el disparo de la amígdala, iniciando así un proceso bioquímico, en el que la razón no interviene, y que hace que todo un torrente bioquímico invada nuestro sistema corporal, haga cambios a nivel visceral, y predisponga nuestro sistema musculoesquelético para la acción. Como ejemplo, vemos venir en el campo un perro agresivo hacia nosotros, el perro es el estímulo visual y auditivo, nuestras glándulas suprarrenales segregan adrenalina, nuestro corazón se acelera y nuestro sistema musculoesquelético se tensa. Cuando nos queremos dar cuenta estamos subidos a una rama de un árbol, a salvo del animal.

¿Qué tiene esto que ver con el trading? Las emociones están también presentes en la actividad del inversor, que sentirá sin duda, ante tantos y diversos estímulos, un amplio repertorio de éstas y sus variantes, miedo, ira, alegría, tristeza, rechazo, vergüenza etc.

Éstas aparecerán con más fuerza y más frecuencia, cuanto más cortos sean los tempos en la actividad inversora y es necesario, por tanto, estar muy atentos a su aparición para que no condicionen en exceso la toma de decisiones, que no nos hagan actuar impulsivamente y, por tanto, cometer errores que nos puedan desviar del plan de inversiones, al extremo de producirnos graves pérdidas o incluso llevarnos a la bancarrota.

Percatarnos de la aparición de las emociones cuando los estímulos son significativamente grandes, no es una tarea sencilla. Reconocer de forma inmediata que estoy sufriendo un ataque de pánico o de ira, sólo se puede hacer de forma efectiva cuando se está entrenado para ello, lo normal es justificar los errores cometidos aludiendo a tópicos tales como: “He perdido los nervios, y me he dejado llevar”. Lo conveniente, es identificar que se está ante un proceso emocional que me llama a la acción, y estar entrenado para detectarlo de forma racional para evitar el secuestro emocional y decirse: “Alto, detente, piensa y después actúa”. Sería algo así como reproducir a nivel mental la secuencia luminosa de un semáforo; rojo=detente, amarillo=piensa y verde=actúa. Y todo esto teniendo siempre presente nuestro plan inversor.

¿Quiere esto decir que las emociones no intervienen en la toma de decisiones? Por supuesto que lo hacen, de nuevo Antonio Damasio en su obra nos describe un proceso en el que interviene nuestro dominio emocional a la par que la razón. En este caso las emociones vienen vestidas de señal intuitiva. Nuestro cerebro, ante situaciones similares a las vividas con anterioridad, reacciona de forma inconsciente emitiendo una señal de aviso positiva para pasar a la acción o negativa para inhibirla. Esta señal, esta especie de pálpito, debemos conjugarla con el enfoque racional necesario y sólo entonces tomar una decisión.

Si esta decisión se fundamenta sólo en la intuición, o bien solo en la razón, corremos un alto riesgo de equivocarnos y cometer grandes errores.

La toma de decisiones en general ha de realizarse de manera serena, no presos del pánico ante la posibilidad de una pérdida irrecuperable, pues probablemente actuaremos sin control, impulsivamente y nos equivocaremos, ni sólo de forma racional porque podemos contradecir a nuestra intuición y caer por ejemplo presos de la codicia. Noto una señal que me dice “no inviertas” pero condicionado por la necesidad de ganar mi mente dice “invierte, no puedes perder esta vez”.

Concluyo diciendo, que al igual que ocurre en el torrente de tráfico de mi ciudad, una vez metido de lleno en la actividad inversora, debo estar atento a identificar el estímulo y mi momento emocional y parar un instante ante la señal en rojo antes de continuar.

Pedro Quintana

Director del Instituto de Empresa e innovación Criptoro